Uno de los derechos que se pueden adquirir mediante la herencia es el de la propiedad inmobiliaria. Sin embargo, esto no significa que el inmueble vaya a ser automáticamente adjudicado a los herederos, sino que, en primer lugar, será necesario que se cumplan una serie de requisitos y, en segundo lugar, que se realice una subasta.
La subasta es un proceso judicial mediante el cual se adjudica la propiedad a la persona que haya ofrecido el mayor precio por ella. No obstante, antes de que se lleve a cabo esta subasta, será necesario que se realicen una serie de trámites, tales como la apertura del testamento, la liquidación del patrimonio del difunto y el pago de los impuestos correspondientes.
Una vez que se hayan realizado todos estos trámites, se podrá proceder a la subasta de la propiedad inmobiliaria. En este proceso, cualquier persona que esté interesada en adquirir el inmueble podrá presentar su oferta. No obstante, para que su oferta sea válida, será necesario que se haga ante un notario y que se depositen unos fondos que serán destinados a la cancelación de la deuda del difunto, si es que la hubiere.
Asimismo, se deberá presentar un documento en el que se establezca el precio máximo que se está dispuesto a pagar por el inmueble. Una vez que se hayan presentado todas las ofertas, el notario las evaluará y adjudicará el inmueble a la persona que haya ofrecido el mayor precio.
Si por alguna razón ninguna de las personas que hayan presentado una oferta cumpliera con los requisitos establecidos, el inmueble podrá ser adjudicado a los herederos. No obstante, si existiera alguna disputa entre estos, será necesario que se lleve a cabo una segunda subasta.
En el caso de que la propiedad inmobiliaria esté hipotecada, el banco podrá presentar una oferta para intentar cobrar la deuda pendiente. Si esta oferta es la más alta, el banco se adjudicará la propiedad y los herederos quedarán libres de toda responsabilidad. No obstante, si la oferta del banco es inferior a la de otra persona, este último se adjudicará la propiedad y tendrá que hacer frente a la deuda del difunto.
En resumen, adjudicar una propiedad inmobiliaria heredada en una subasta no es un proceso sencillo, sino que requiere de una serie de trámites y de una oferta válida. No obstante, una vez que se hayan cumplido todos los requisitos, el inmueble será adjudicado a la persona que haya ofrecido el mayor precio por él.